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Not For Broadcast te pone en el asiento de un productor de televisión en una realidad alternativa de Gran Bretaña, hacia fines de la década de 1980, en la que un partido político radical y autoritario ha llegado al poder en una ola de populismo. Aquí tú serás un limpiador que de alguna manera tropezó con el papel de controlador de transmisión todopoderoso, puesto a cargo de un escritorio de controles deslizantes, diales y botones de censura, y capaz de cambiar entre una de las cuatro transmisiones de cámaras en vivo sobre la marcha. En Not For Broadcast tú eres es la mano invisible que dirige los globos oculares de la nación durante tiempos tumultuosos, con el objetivo inmediato de garantizar que las cifras de visualización aumenten en lugar de disminuir, y el objetivo a largo plazo de dirigir la propaganda del gobierno de una manera u otra.

Not For Broadcast: tú eres el propio conductor de TV

Para todos los cambios de cámara, Not For Broadcast te hace sentir como un espectador impotente en su mayor parte. Pasar de una fuente a otra se convierte en un trabajo pasivo, especialmente en los momentos menos agitados de la transmisión. Existe un mini-juego en el que estás evitando interferencias al desplazarte hacia arriba y hacia abajo para evitar formas flotantes solo para darles a tus dedos algo que hacer mientras el FMV funciona, y una tormenta eléctrica que desactiva de froma aleatoria algunos de los botones de tu escritorio sugiere que las ideas podría estar agotando en una etapa precariamente temprana del desarrollo. Controlar la transmisión en vivo simplemente no es terriblemente entretenido en sí mismo, especialmente cuando el fracaso significa tener que volver a mirar cualquier cosa hasta cinco minutos de un vídeo cuyos chistes ya has dicho una vez.

Las transmisiones se construyen conscientemente de tal manera que le dan al jugador algo que hacer. Los entrevistados parecen deleitarse en deslizarse en malas palabras cuando menos las esperas. En un momento, estás editando alrededor de manifestantes desnudos mientras arrojan sus cuerpos rosados ​​frente a cada una de tus cámaras.